Hacía frío esa mañana de invierno en la orilla del pantano de "San Antonio", en el Pallars leridano, mientras tomaba unas fotografías a unos árboles que durante la primavera y gran parte del verano, después del deshielo, se encuentran sumergidos, como muestran las marcas negras de los troncos. La disposición de éstos, sus ramas desnudas y la sensación general de desolación me incitaron a realizar un virado azul, acentuando de esta manera la sensación de frialdad, tristeza y melancolía que me transmitía su contemplación.
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